Kindergarten: La locura de los más pequeños

La ternura es el primer sentimiento que te invade cuando llegas a este lugar. Rodeado de bebés, desde los seis meses hasta los cuatro años, correteando y jugando sin parar dentro de un espacio lleno de color y alegría. Siempre verás a un monitor yendo detrás de uno de los niños, porque son pequeños torbellinos.

Lo que más les gusta a estos pequeños es pasar tiempo en el parque infantil.

PSE les da el espacio necesario para que puedan desarrollarse y jugar sin límites. Son los dueños del parque infantil, siempre que entres al recinto verás que esta zona está invadida por estos pequeñajos. Este lugar, hace que puedan sentirse como lo que verdaderamente son, niños. “Creo que realmente este camp tiene mucho impacto en sus vidas, porque muchos niños no tienen suficiente comida siquiera. Es importante para ellos que se den cuenta que nos preocupamos por ellos y que estén felices porque sienten el amor de otras personas”, comenta Deborah, monitora europea.

Este programa empezó porque en PSE se dieron cuenta de que las madres que trabajaban en la ONG necesitaban de alguien que les cuidara de sus hijos mientras tanto, o para tener algo de tiempo libre para ellas. Aunque la mayoría de ellos vienen aquí por este motivo, en la actualidad también hay madres del vecindario que no trabajan en la organización que dejan a sus hijos en Kindergarten para que les cuiden y se relacionen con otros niños.

PSE les da el espacio necesario para que puedan desarrollarse y jugar sin límites. 

La rutina en este proyecto es un poco diferente a la de los demás, ya que los niños son demasiado pequeños para imponerles horarios o reglas que les resulten demasiado pesadas. Así que, los niños van llegando de la mano de sus padres desde las 6 de la mañana hasta las 8, y empieza la acción. 

La alegría que derrochan contagia a todos los monitores.

Los monitores tienen que encargarse de que durante el día vayan al baño, coman, beban, se duchen… En los otros proyectos, tienen más libertad porque ya controlan su propio cuerpo. En este caso, necesitan que constantemente haya un voluntario recordándoles estos puntos tan básicos. «Necesitamos poner un esfuerzo físico extra para trabajar con los niños de este proyecto, porque tienes que alimentarlos, ducharlos, limpiarlos, jugar con ellos y seguirlos casi siempre hasta que se vayan a descansar», expresa Thearith Em, monitor jemer.

“Somos los encargados de ayudar a crear una zona de comfort que haga crecer a esas dulces y pequeñas semillas”.

Están divididos por grupos de colores, y un monitor europeo y otro jemer son quienes se encargan de cada uno. Así, a los voluntarios les resulta más fácil a la hora de organizarles. Durante la mañana, todos ellos hacen actividades de manera conjunta. “Sí que es verdad que no se pueden hacer juegos muy dirigidos o con muchas normas, pero aun así, puedes hacer muchos juegos sensoriales con ellos y ser niño otra vez… Es una edad en la que los niños son como una semilla; necesitan que les cuiden, les den cariño y les vayan ayudando durante su crecimiento. A través de cómo crezcan desde que son pequeños, cómo estén educados, van a salir de una forma u otra. Es súper importante entonces que desde chiquitines, estemos con ellos, respetarlos, cuidarlos, darles cariño… En el camp, intentamos enseñarlos a vivir en sociedad, a ordenar, limpiar, ir cogiendo autonomía a la hora de hacer las cosas más básicas, compartir, respetar a los demás… y ofrecerles unos bienes básicos que quizás algunos niños no encuentran en sus casas; aunque sean pequeños, es súper importante guiarles. Como monitores, somos los encargados de ayudar durante ese breve tiempo, a crear una zona de comfort que haga crecer a esas dulces y pequeñas semillas”, Clara, coordinadora del proyecto.  

Las fiestas del agua siempre es un momento de diversión, tanto para los niños como para los monitores.

También suelen hacer actividades sensoriales sencillas. Aunque, sin duda, la mayor parte del tiempo suelen invertirlo en juegos en el parque o fiestas en el agua. Los niños adoran pasar tiempo en cualquiera de las dos, porque les sirve para despejarse del agobio que les puede generar estar en el programa todo el día.

Por la tarde, se hacen ejercicios de otro tipo, como la lectura. Son los monitores jemeres quienes están con ellos en estos pequeños ratos para que comprendan mejor las historias que les cuentan. “Intentamos organizar actividades pero que sean los niños los que las van guiando, porque si lo intentamos hacer nosotros… No suele funcionar muy bien”, cuenta Teresa, monitora europea. 

Durante este periodo de su vida, necesitan dormir mucho, por lo que la siesta suele prolongarse hasta las dos horas mínimo. Y, después, continúan haciendo actividades. Todos los jueves, los juegos son con los niños del proyecto de Pensionnaires. Es una buena manera de que se relacionen con otros niños, de otras edades, y así cambien ambos grupos sus rutinas. Estos últimos días están intentando hacer actividades con el grupo de Specials también. Al fin y al cabo, comparten espacio dentro del recinto, y, a veces, puedes ver como niños del proyecto de Specials se escapan para jugar con estos bebés.

Los niños de Kindergarten pasando tiempo con los del proyecto de Specials.

Se empieza protegiéndoles cuando tienen apenas unos meses de vida, y acaban saliendo de aquí con un oficio. 

Este camp es muy importante porque, como decía Clara, son “semillas”. La manera en la que sean educados y cuidados en estos primeros años de vida será la base de lo que serán el día de mañana. La función que desempeña PSE y los monitores de este camp, es esencial para el resto de la organización. Se empieza protegiéndolos cuando tienen apenas unos meses de vida, y acaban saliendo de aquí con un oficio. 

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