Sihanoukville Central: Después de la tormenta, siempre sale el sol – patrocinado por KPMG

En el suroeste de Camboya, hay una ciudad costera con playas, pueblos de pescadores y… desde hace unos años, muchos casinos. La ubicación ideal y el potencial crecimiento de la ciudad han atraído a muchos inversores chinos cuyo objetivo es hacer de Sihanoukville el nuevo Macao. Para hacerlo, han estado fomentando el desarrollo la ciudad durante los últimos años, con casinos y hoteles de lujo. Se han creado muchos puestos de trabajo para la población local, pero reservando los más gratificantes, como puestos directivos, a la población china que se muda a Sihanoukville. Todos estos cambios afectan mucho la atmósfera de la ciudad y la vida de la población en Camboya, y, por lo tanto, de los niños. Más que nunca, el programa de verano es esencial para los niños de la ciudad, que necesitan salir de la creciente miseria y que se les permita comportarse y jugar como niños al menos unas pocas horas al día.

Algunas de las familias camboyanas que envían a sus hijos a los programas de Sihanoukville viven en torno a las vías del tren, un ambiente muy peligroso y sucio para los niños.

En una ciudad donde se han creado tantos empleos en tan poco tiempo, la mayoría de las personas encontraron uno y ahora ganan algo de dinero que les debería permitir comer y vivir decentemente. Sin embargo, siguiendo la clásica ley de oferta y demanda, los precios han aumentado y Sihanouk se ha convertido en una ciudad prohibitiva para vivir en Camboya. Los precios se han adaptado a la población china y, aunque casi todas las familias camboyanas ahora reciben un salario, todavía no ganan lo suficiente para vivir en buenas condiciones. Por esta razón, se están desarrollando dos fenómenos en Sihanouk: hay familias que abandonan la ciudad porque todo es demasiado caro para ellos, y hay algunos que vienen durante un par de años solo para ganar tanto dinero como puedan para poder regresar y vivir en otro lugar más cómodamente.

Las grandes hojas de las palmeras tratan de proteger a los monitores de las continuas lluvias.

En medio de todo eso, prácticamente nadie se acuerda de los niños. Los más afortunados van a la escuela la mitad del día y luego trabajan, a menudo, durante la otra mitad. En Sihanouk Central, los monitores dan la bienvenida a estos niños a lo largo de todo el día durante el mes de agosto para que puedan ser niños por un mes y jugar como siempre tendrían que estar haciendo.

Detrás de la clásica puerta azul de PSE, el Centro de Bienvenida de Sihanoukville es un conjunto de casas tradicionales en medio de un pequeño parque verde donde las grandes hojas de palmeras tratan de proteger un poco a los monitores de las continuas lluvias. De hecho, también es sabido por todos que Sihanoukville es particularmente húmedo durante la temporada del monzón y, este verano después de pasar una semana entera bajo una lluvia imparable, los monitores ya no cantaban «¡Todos los días es día de playa!» como hacían el año pasado. De manera irónica, este año directamente han pasado a decir «¡Todos los días es día de lluvia!».

Los niños han hecho suyo el parque de Sihanouk Central.

Este clima particularmente lluvioso no facilita las cosas para los monitores, especialmente sabiendo que los espacios interiores no son lo suficientemente grandes como para recibir adecuadamente a los cerca de doscientos niños que vienen todos los días, por lo que los monitores deben intentar hacer la mayoría de las actividades al aire libre. Para hacerlo, los monitores cuentan con Rotha, coordinadora jemer en Sihanoukville por sexto año consecutivo. Conoce el lugar, los niños, el clima y la ciudad mejor que nadie y viene a dar lo mejor de sí misma a los niños cada verano: “Amo Sihanoukville y siento que aquí los niños realmente me necesitan y necesitan que vengamos aquí para darles una educación. Por lo que Sihanoukville siempre será mi primera opción. Me propuse venir aquí todos los años porque puedo cuidar de ellos”.

Rotha, que está en Sihanoukville desde hace 6 años, conoce a los niños mejor que nadie.

“Aquí, en Sihanoukville, están los niños más pobres que he visto en Camboya”, Bea.

Los niños que vienen a Sihanoukville Central están organizados en dos grupos, el de la mañana y el de la tarde. Si hace unos años las escuelas públicas cerraban el 31 de julio durante las vacaciones de verano -como todavía lo hace la escuela PSE-, ahora cierran el 31 de agosto. Como no hay una escuela de PSE en Sihanoukville, las familias que son ayudadas por la organización para llevar a sus hijos a las escuelas públicas para que puedan obtener educación, tienen que llevar a sus hijos a clase la mitad del día, incluso durante el Programa de Continuidad Escolar. Algunos de ellos vienen caminando todos los días al centro, aunque la mayoría coge el autobús de PSE que los lleva y los trae a las aldeas donde viven. Cada vez que un autobús sale del centro para recoger o llevar a los niños, tiene que haber un monitor con un miembro del Equipo Social. Esto fomenta mucho la creación de una relación especial entre los niños y sus monitores, ya que estos saben exactamente de dónde vienen los niños y en qué condiciones viven.

Según Maxime, monitor europeo por segunda vez, «siento que estos niños están aún más descuidados y abandonados, viven en condiciones terribles como en este camino embarrado a lo largo del ferrocarril». Una observación con la que Bea, la coordinadora europea del programa, está de acuerdo: «Aquí, en Sihanoukville, están los niños más pobres que he visto en Camboya». Puede ser difícil tratar con estos jóvenes al haber crecido en entornos extremadamente pobres, donde los adultos no les prestan atención y, hoy en día, el modelo a seguir que pueden encontrar en la ciudad son los turistas chinos involucrados en el mundo del juego u otros entornos problemáticos.

Con el proyecto de inteligencia emocional implementado este verano, los niños tienen la oportunidad de hablar sobre sus sueños y sus dudas, organizar talleres sobre respeto, cómo vivir en comunidad. «Estos niños son más violentos y agresivos, así que tratamos de pasar mucho tiempo hablando con ellos y haciendo talleres sobre violencia, respeto, relaciones y educación», explica Bea, y Rotha confirma: «Aquí tenemos que comenzar desde el principio, a enseñarles a decir ‘gracias’, ‘lo siento’, ‘hacer una fila’, ‘adiós’, ‘hola’. Se les olvidan las cosas, no quieren ser niños malos, pero, siendo realistas, en el entorno en el que crecen no pueden ser buenos». La dulce y súper organizada Bea, combinada con la dura pero cariñosa Rotha, y con la ayuda de su equipo tan unido, están haciendo milagros al educar y entretener a los pequeños.

Como las olimpiadas y los juegos, los talleres de manualidades son parte del Programa de Continuidad Escolar para desarrollar la curiosidad de los niños.

Con el proyecto de inteligencia emocional implementado este verano, los niños tienen la oportunidad de hablar sobre sus sueños y sus dudas, organizar talleres sobre respeto, cómo vivir en comunidad. «Estos niños son más violentos y agresivos, así que tratamos de pasar mucho tiempo hablando con ellos y haciendo talleres sobre violencia, respeto, relaciones y educación», explica Bea, y Rotha confirma: «Aquí tenemos que comenzar desde el principio, a enseñarles a decir ‘gracias’, ‘lo siento’, ‘hacer una fila’, ‘adiós’, ‘hola’. Se les olvidan las cosas, no quieren ser niños malos, pero, siendo realistas, en el entorno en el que crecen no pueden ser buenos». La dulce y súper organizada Bea, combinada con la dura pero cariñosa Rotha, y con la ayuda de su equipo tan unido, están haciendo milagros al educar y entretener a los pequeños.

Aquí, monitores jemeres y europeos están continuamente inspirándose y enseñándose los unos a los otros.

Desde los 3 años hasta más o menos los 17, todos los niños participan de la misma manera en las actividades y talleres que los monitores jemeres y europeos crean para ellos. De hecho, no solo trabajan de la mano como en cualquier otro proyecto, también viven juntos, lo que ayuda a generar confianza y fuertes amistades. Todas las noches, cocinan juntos su propia cena, que eligen con antelación para que la logística pueda ir y comprar todo lo que necesitan al mercado. Los monitores españoles hacen que los jemeres prueben la tortilla de patatas, por ejemplo: aquí, los voluntarios jemeres y europeos están continuamente inspirándose y enseñándose los unos a los otros y formando un gran equipo cohesionado. Y es aún más obvio cuando comienza a llover, todos se olvidan de la dificultad adicional que conlleva y, como dijo Bea, muy orgullosa de sus monitores, «simplemente continúan sonriendo, jugando, enseñando y dando amor a los niños».

«Ellos simplemente continúan sonriendo, jugando, enseñando y dándoles amor a los niños».

Esta unión tan especial que han creado los monitores les permite convivir durante un mes, por supuesto, pero también hacer cosas más ambiciosas con los niños. Cuando el clima mejora, la proximidad tanto del centro de Sihanoukville como de la paillote de Sihanoukville con la playa se explota por completo y lo disfrutan tanto como pueden, lo que permite a los niños nadar y jugar en el mar, algo que apenas hacen en su vida diaria. Por lo general, los dos proyectos no van al mismo tiempo a la playa, porque requiere una logística muy complicada de llevar a cabo. Sin embargo, a partir de la tercera semana, con la ayuda de Laura, la supervisora ​​de los proyectos de Siem Reap y Sihanoukville, la cohesión entre los monitores y su experiencia, pueden llevar a la playa un casi trescientos niños al mismo tiempo.

Laura, Marina y Bea, orgullosas de haber conseguido llevar a la vez a la playa a los dos programas en Sihanoukville.

A 250 kilómetros de distancia con Phnom Penh, (…) late una parte del corazón de PSE. 

A unos 250 kilómetros de PSE Central en Phnom Penh, Sihanoukville Central nos recuerda por qué se creó la organización: para proporcionar educación y sacar a los niños de las condiciones de vida miserables en las que están. También nos recuerda por qué el Programa de Continuidad Escolar ha funcionado tan bien durante más de 15 años: la curiosidad entre los monitores jemeres y europeos y su disposición a trabajar juntos para imaginar una vida mejor para los niños. 250 kilómetros lejos de Phnom Penh, escondido detrás de una gran puerta azul, late una parte del corazón del PSE.

PSE quiere agradecer a KPMG su apoyo económico para este proyecto.

8 respuestas a «Sihanoukville Central: Después de la tormenta, siempre sale el sol – patrocinado por KPMG»

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