SMILE VILLAGE, LA ALDEA SONRIENTE – Patrocinado por Jamming, Jamms y Teatro Maravillas

Una placa conmemorativa en uno de los edificios comunes recuerda al visitante de Smile Village que esta comunidad se inauguró en 2015, gracias a la colaboración entre PSE y la ONG de Singapur, Solutions To End Poverty (STEP). El objetivo de este proyecto de nombre halagüeño y optimista es dar acogida temporal a familias de la zona que han perdido sus casas debido a las inundaciones o a la expropiación de tierras, entre otros motivos. Las cerca de setenta familias que viven aquí deben cumplir unas normas mínimas, pero muy claras, si desean ser miembros de ella. Por ejemplo, no se permiten armas, ni drogas. Si alguien no se ajusta a este código de conducta, podrá ser expulsado tras recibir los debidos avisos.

Niño sonriendo
¡La sonrisa de Smile Village!

Un lugar con carisma

Parque infantil dentro de Smile Village
Un centro espacioso y lleno de color que refleja una historia única

La vida de esta comunidad gira en torno a la zona infantil, pues todas las casas, de construcción sencilla pero robusta, con dos plantas, y algunas incluso con pequeños huertos o jardines, se ubican alrededor de un patio de recreo que tiene columpios de madera construido por voluntarios singapurenses.

Los habitantes de Smile Village saben que deben acatar las arriba mencionadas reglas de convivencia, por eso, quizás, sus niños suelen comportarse de manera más ordenada

Niño riendo mientras espera en la fila
Los niños ríen, ¡también en la fila!

Smile Village está ubicada cerca de la localidad de Toul Sambor, al sur de Phnom Penh y en el trayecto hasta allí desde la capital camboyana se aprecia la transición hacia un modo de vida más rural. Es posible incluso encontrarse vacas en alguna de las calles, además de, por supuesto, los clásicos puestos callejeros de casi cualquier pueblo en Camboya.

«El programa de verano forma parte de la aldea y está en su núcleo, por eso se crea un ambiente muy familiar», Mike, coordinador.

Mike y otros monitores
Mike y otros monitores observan sonrientes a los niños en perfectas chochuas (filas)

Los habitantes de Smile Village saben que deben acatar las arriba mencionadas reglas de convivencia, por eso, quizás, sus niños suelen comportarse de manera más ordenada. Los dos coordinadores de este año, Mike, español, y Chamroewn, jemer, coinciden en apreciar esa conclusión.

Mujer y niña en Smile Village
Una mujer y su hija cerca de algunas de las casas de Smile Village

«Los niños son más fáciles de controlar que en otros subprogramas», comenta el monitor jemer. Mike completa el pensamiento sobre las peculiaridades de Smile Village, destacando el hecho de que toda la comunidad se encuentre circundando la escuela, donde el resto del año acuden estudiantes de secundaria. «El programa de verano forma parte de la aldea y está en su núcleo, por eso se crea un ambiente muy familiar. Los niños están al lado de sus casas y, si les ocurre algo, los padres pueden estar allí al instante», explica Mike.

La comunidad de la ayuda

Niño sujetando una hoja de papel
La ayuda está en el aire, también a la hora de hacer aviones de papel

Entre los niños que asisten al programa de verano en Smile Village, muchos pequeños que apenas han cumplido 2 o 3 años son cargados por sus hermanos mayores, quienes no superan, en ningún caso, los 15 años, para ocuparse de ellos. Se respira, por tanto, un ambiente de colaboración en el que también participan los propios niños.

Chantrea ayudando a construir un avión de papel
Chantrea, pensionnaire y ahora monitor en Smile Village, enseña a los niños cómo construir un avión de papel

Chantrea, un voluntario jemer de tan solo 14 años, que estudia como pensionnaire en PSE, está exultante de alegría. Confiesa que le encanta pasar tiempo con los niños, especialmente con los más pequeños, así que formar parte del equipo de monitores por primera vez es un motivo de satisfacción para él.

«El año que viene nos examinamos de baccalauréat y no podremos ser voluntarias, por eso esperamos crear buenos recuerdos juntas aquí», Channak, Karuna y Somnag, voluntarias jemeres

Algo similar les ocurre a tres amigas pensionnaires con edades comprendidas entre los 15 y 16 años: Channak, Karuna y Somnang. Al vivir en la central de PSE en Phnom Penh, les hubiera gustado ser voluntarias en este centro por segundo año consecutivo, pero no podían coincidir juntas, por eso prefirieron estar las tres en Smile Village. Ahora de ningún modo se arrepienten de su decisión: «El año que viene nos examinamos de baccalauréat (examen de fin de bachillerato) y no podremos ser voluntarias, por eso esperamos crear buenos recuerdos juntas aquí».

Somnang y otro monitor, bailando
Somnang, bailando con otro monitor delante de los niños

Gracias a la cercanía con las familias de la aldea, es posible también encontrar trabajadores en el programa de verano que provienen de ellas. Es el caso de las dos cocineras, Ny y Ty, que acortan sus nombres para que sea más fácil su transcripción. Ellas residen en Smile Village desde su creación y confían en poder volver a trasladarse a la ciudad en unos años.

Sin prisa, pero sin pausa

Niña cepillándose los dientes
Las actividades de higiene dental pueden ser muy divertidas cuando hay 15 niños cepillándose los dientes a la vez

Mike presume de que habitualmente se adelantan al horario previsto para las actividades diarias y eso les permite dar tiempo libre a los niños. Al preguntarle por el juego favorito de los niños, no duda en citar los que tienen el agua como protagonista. «Les encanta la water party«, concluye. Sin embargo, los monitores de Smile Village tienen ideas de sobra y el resto de actividades resultan tan divertidas o más, incluso sin perder de vista el carácter educativo de las mismas.

Cristina con dos niñas en brazos
Sonrisas y abrazos preceden al bingo de frutas y verduras que ha preparado Cristina

Carmen, por ejemplo, enseña a los grupos de todas las edades cómo lavarse los dientes y qué productos comestibles son dañinos o beneficiosos para su salud bucal. Para ello emplea los dibujos de dos muelas, una sana y sonriente, la otra con caries y triste. El bingo frutal-vegetal de Pati capta igualmente su atención. Los niños dibujan en sus tarjetas nueve frutas y verduras y después señalan las que la monitora va cantando, esperando que salgan las suyas para hacer bingo.

Llegar a Smile Vilage y despedirse de ella recuerda a volver o dejar tu barrio o tu pueblo. Ese sitio donde te esperan siempre tus amigos y sus familias y que dejará huella en tus recuerdos de infancia.

Los patrocinadores

PSE quiere dar las gracias Jamming Teatro , a la Compañía Jamms y al Teatro Maravillas por la colaboración económica y energía positiva trasladada al Programa de Continuidad Escolar.

Un día en el camp