OBK – MAGARIÑOS, LA VITALIDAD CONCENTRADA

El centro de servicios comunitarios OBK es conocido en PSE por ser el más pequeño de todos los que se encuentran en Phnom Penh. Sin embargo, como veremos, nada tiene que envidiar a los de mayores dimensiones. Este centro se localiza al lado de la Escuela de Negocios de PSE y está a unos 500 metros de la central de PSE. Durante el año, funciona como guardería para los niños más pequeños de las comunidades cercanas, pero, todos los meses de agosto desde 2015, también acoge el Programa de Continuidad Escolar.

Un pequeño centro lleno de encanto

Los generadores de energía

Buscando algo de naturaleza en Phnom Penh

Como ocurre en el resto de subprogramas, también en este los monitores y los niños son el motor. Aunque cuentan con un espacio limitado, se aprovecha al máximo, incluidas las aulas cubiertas, que se despliegan a los lados del pasillo que lleva a un parque infantil.

¡Menudo lío tan divertido!

«Normalmente, los niños más pequeños juegan allí vigilados por dos monitores, mientras el resto se divide en grupos para realizar las actividades y rotar por todas ellas», explica Joselu, coordinador europeo de este centro. Su homóloga jemer, Samey, estudiante en PSE, confiesa que está encantada con los niños de este centro, ya que la mayoría rondan su edad preferida: «Aún son pequeños, pero no en exceso».

Cada día, después de la siesta, Daly se encarga de relatar historias alucinantes a los niños

A este centro de servicios comunitarios acuden durante el programa de verano cada día en torno a 135 niños, de entre 3 y 7 años, muchos de ellos alumnos de la guardería durante el resto del año. De ellos se encargan nueve voluntarios europeos y otros tantos jemeres. A ellos se suman los dos coordinadores y dos voluntarios jemeres. Daly, una de ellas, se ha convertido en la cuentacuentos oficial este año. Cada día, después de la siesta, se encarga de relatar historias alucinantes a los niños, justo en el lugar donde hacen fila y, según Joselu, es uno de sus momentos favoritos.

Espíritu de equipo

Miguel y Pauline bailando una de las coreografías preparadas por los monitores del programa de verano

Joselu está muy satisfecho con todo su equipo de monitores y ha querido desde el primer momento inspirarles y trasladarles el mayor sentimiento de unión posible. Gracias a una iniciativa suya, todos ellos llevan un brazalete negro con las letras OBK bordadas y, además, diariamente se reúnen para valorar el progreso de las actividades y charlar sobre aquello que les preocupa, al igual que hace el resto de subprogramas. Esta vez los monitores jemeres ya llevaban trabajo adelantado. «Todos ellos son buenos amigos, así que, en ese sentido, tenían mucho ganado», comenta Joselu.

Ambos coordinadores, Joselu y Samey, cantan con los niños

Descubrir algo nuevo cada día

Como en otros subprogramas, los niños de OBK se dividen en equipos para realizar la mayor parte de las actividades. En total son siete grupos, pero el de los más pequeños no suele participar en las rotaciones, hacen ejercicios o juegos adaptados a su edad. No obstante, en lo que llaman «actividades grandes», las que reúnen a todos los niños, sí participan. También en el tiempo libre, uniéndose si quieren a los juegos que se inventan los monitores jemeres y que suelen triunfar.

Instantánea antes de empezar la ‘Feria’

Otro de los momentos favoritos de los niños de OBK es lo que llaman «feria», una cadena de actividades y juegos de memoria, de habilidad o físicos, por la que van pasando todos los grupos. Según comenta Joselu, la «feria» gusta casi tanto como los juegos con agua que, sin duda, se llevan la palma entre los más deseados por los niños de todos los subprogramas.

Un instante precioso de la vida en este centro es la merienda. Los niños ya han aprendido a lavarse las manos antes de hacer fila para recoger su pieza de fruta

¡Haciendo fila para coger la merienda!

Un instante precioso de la vida en este centro es la merienda. Los niños ya han aprendido a lavarse las manos antes de hacer fila para recoger su pieza de fruta. Verles agarrarla y hundir su boca hasta la nariz en un trozo de pitaya es todo un espectáculo. Sus caras de emoción pueden compararse con esas veces en las que, sin esperarlo, alguien les hace un nuevo descubrimiento. Susana, monitora española, nos cuenta que el último día que llovió, en el parque infantil, enseñó a algunos de ellos a hacer formas rellenando moldes con arena húmeda. «Se quedaron atónitos», comenta riéndose.

Bea, monitora del programa de verano por primer año

Joselu, coordinador y veterano del programa de verano en PSE, admite que le cuesta más que los niños hagan caso en OBK que en otros subprogramas en los que ha participado, pero está muy contento con ellos y con los monitores. ¡Qué más puede pedir!

El patrocinador

PSE quiere agradecer al Grupo de Apoyo de PSE y a Magariños Café su colaboración con el Programa de Continuidad Escolar, organizando una magnífica gala en junio, cuya recaudación ha servido para financiar este subprograma.

Un día en el camp