LA MAGIA DE ARANH

Cada mañana, los voluntarios asignados al subprograma de Aranh, en Siem Reap, se trasladan desde la central hasta el colegio donde también se desarrolla el programa de verano. Lo hacen en una camioneta donde viajan una veintena de monitores, junto a la comida de todo el día y, los viernes, tantos sacos de arroz como niños les esperan. Sin embargo, esos cuarenta minutos de trayecto suponen un momento especial de unión entre todos los monitores jemeres y europeos de este subprograma; unos instantes de relajación escuchando música o charlando antes de la tormenta de excitación que trasladarán a los niños para animarles desde primera hora.

Un oasis en el colegio

Los niños se lo pasan en grande
Los niños se lo pasan en grande en las Olimpiadas de los viernes

El subprograma de Aranh se ubica en un terreno localizado dentro de un colegio público, donde además disponen de tres aulas.

Una niña con el hula-hop
Una niña con el hula-hop en el mágico entorno de este centro

Cerca de doscientos niños acuden cada día al programa de verano en dos turnos, además de casi alcanzar ese número los niños que son recogidos del vertedero más cercano a diario en un autobús. Es el primer año que los monitores trabajan en esta ubicación, pero están contentos porque de hecho les resulta más cercana para los niños de los alrededores que, años anteriores, tenían que desplazarse hasta la central de PSE en Siem Reap.

Martín, coordinador de este subprograma
Martín, coordinador de este subprograma, sonríe con los niños

Martín, coordinador de Aranh, admite la complejidad de organizar dos turnos de niños, aparte de los que llegan del vertedero, pero su equipo da lo mejor de sí para identificar a todos ellos y controlar su asistencia.

El regalo del arroz

La vuelta a casa
La vuelta a casa, después de una divertida jornada y con un saco de arroz de regalo

La asistencia de cada niño es importante, porque de ella depende que reciban lo que denominan rice compensation en inglés y que supone un regalo en forma de arroz para las familias de los niños que han acudido al programa de verano tres o más veces a la semana. Cada viernes, en todos los subprogramas de verano de PSE, se hace recuento de la asistencia y se entrega el arroz a los niños que cumplen el mencionado requisito. Sus caras son la mejor recompensa para los monitores que han estado pesando y embolsando arroz de tres en tres kilos durante días.

Esperando la entrega del arroz de cada viernes
Niñas esperando la entrega del arroz de cada viernes

«Algunos solo miran, pero está bien, al menos vienen. Hay que darles su tiempo» Martin, coordinador de Aranh.

Ese instante desprende más emoción aún cuando la entrega se realiza directamente a las familias de los niños procedentes del vertedero. El equipo de Aranh lo sabe muy bien y Martín, su coordinador, hace hincapié en ello. A algunos niños que llegan de allí, además, les cuesta coger confianza y llegan con bastantes problemas de higiene y un pésimo cuidado de las heridas. No obstante, los voluntarios les conocen y respetan su tiempo para adaptarse a las actividades. Refiriéndose a un grupo de dos niños y una niña que observan atentos lo que ocurre a su alrededor, Martín comenta: «Solo miran, pero está bien, al menos vienen. Hay que darles su tiempo».

Las Olimpiadas de PSE

Jugando a unir pares de zapatos
El reto: unir más pares de zapatos que el otro equipo. ¿Cómo hacerlo más difícil? ¡Tumbando a una monitora encima!

Después de las duchas, del desayuno y de algo de tiempo libre, como casi todos los equipos del programa de verano, en Aranh el viernes están listos para las Olimpiadas. En este caso, los monitores organizan a los niños en siete grupos que se dividirán en cuatro pruebas para competir entre dos o más equipos: carrera de sacos, yincana, el juego de los zapatos de los niños y Pictionary.

Algunos niños juegan a unir zapatos
¡Más zapatos que coger a la vista!

Los monitores enseñan a los niños cánticos para animar a su equipo y para desincentivar a los contrincantes, de manera que el espíritu de cooperación y la persecución de un objetivo están asegurados, casi tanto como las risas.

Monitores posando después de una prueba
Maxim e Hippo entregados al juego, casi más que los niños

Estos juegos de los viernes son prácticamente una institución en el programa de verano de PSE y los monitores ya lo disfrutan casi tanto como los niños, incluidos, por supuesto, los de Aranh.

Un día en el camp