CONSTRUCCIÓN: NUEVO DÍA, NUEVO DESAFÍO

Cada año, PSE lleva a cabo un proyecto de construcción destinado a reparar o reconstruir casas en las zonas más remotas o pobres de los alrededores de Phnom Penh. Diferentes voluntarios trabajan durante una semana del programa de verano para ayudar a las familias camboyanas a satisfacer una de las necesidades humanas más básicas: tener un techo para resguardarse. Aunque, al igual que otros subprogramas, el objetivo final es ayudar a las familias y a sus hijos a tener una vida mejor, el funcionamiento, la estructura y los resultados de subprograma son diferentes al resto.

¿A quiénes ayudamos?

Uno de los niños, tras mudarse a su nueva casa

«Si no estuviéramos aquí ahora, realmente no tendrían nada. Nuestra presencia les cambia la vida», Solène, monitora

Cada año, el pueblo de Veal Sbov acogía el programa de continuidad estival de PSE. Después de que el propietario del terreno decidiera venderlo, los aldeanos perdieron sus casas y fueron trasladados a una zona cercana, cerca de la pagoda Kean Svay Krau, en la provincia de Kandal, donde se está llevando a cabo el subprograma de construcción de este año. ¿El objetivo? Alojar a los que han perdido su casa.

Una de las casas al comienzo de la construcción, en el momento de colocar los cimientos de madera

Un hermoso paisaje verde rodea esta antigua pagoda y, de camino al lugar de construcción, se pueden ver a las familias que viven en esta zona. Lo hacen en pequeños cobertizos de madera que se convierten en el hogar de familias sin medios, pero que, sin embargo, acogen la llegada de los voluntarios con una gran sonrisa, mientras los niños corren detrás del tuk-tuk y saludan frenéticamente cuando ven que son de PSE.

Los niños corren detrás de la furgoneta de PSE

La mayoría de estos niños asisten al improvisado campamento diurno, mientras que otros aguardan en casas en obras, esperando a tener un techo adecuado para dormir desde que perdieron su hogar en Veal Sbov.

Día a día

La sensación de libertad en este campamento es mayor, gracias a sus peculiaridades

Este programa se divide en dos partes: el proyecto de construcción y el campamento de verano. A lo largo de tres semanas, los monitores de otros subprogramas dedicarán una semana de su experiencia a construir casas para las familias y a jugar con los niños. El único equipo permanente está formado por cuatro monitores europeos: dos en construcción y dos en el campamento. Nacho, el coordinador, también permanecerá aquí durante todo el subprograma.

Solène, monitora, y Nacho, coordinador, son veteranos del programa de verano de PSE. Su experiencia y conocimiento de la situación en que viven las familias de la zona hacen sentirse más cómodos a todos

«Los equipos se llevan muy bien, aunque cambian cada semana. Durante la construcción no hay mucho tiempo para jugar, pero el trabajo duro realmente une», Nacho, coordinador

Una de las casas construidas por el equipo durante la primera semana

La construcción comienza a las 7:30h en punto hasta las 12h, con un breve descanso para comer. Nacho explica cómo los equipos se unen mucho, porque están trabajando duramente bajo el sol ardiente, pero a la vez se sienten muy satisfechos, especialmente cuando trabajan junto a una familia jemer.

Saliendo de la zona de confort

El equipo de Construcción durante un pase de modelos improvisado. Solène hace fotos a los niños mientras cruzan la pasarela

Todos los subprogramas de verano de PSE son difíciles. Exigen mucha energía por parte de los coordinadores y de los monitores; levantarse al amanecer para pasar un día cuidando a los niños hasta las 5 de la tarde. El proyecto de construcción, sin embargo, exige un tipo de energía diferente: es necesario improvisar y adaptarse a los obstáculos repentinos, aparte de encontrar soluciones rápidas.

“Construcción no es como un subprograma al uso, tienes que asegurarte de que los niños no se aburren y colaboran al mismo tiempo», Solène, monitora permanente

Los niños se zambullen en el mismo río donde lavan o del que beben

«Los niños son algo salvajes, pero es normal dada la poca educación que han podido recibir», Solène

La única pauta clara de este programa es construir tantas casas como sea posible y acoger a los niños de la zona para que «no se aburran y colaboren en la obra», explica Solène.

¡Descanso para almorzar!

Un campamento improvisado con mucho encanto

A los niños les encantó el pase de modelos. Todos querían mirar, pero solo algunos se decidieron a participar

Una pequeña área de juego da sombra y comodidad a los niños que viven en Kean Svay y a sus alrededores. Solène está a cargo de este campamento diurno y, además de guiar a los monitores temporales que vendrán a ayudar cada semana, cuidará a los mismos 30 niños todos los días, «llegando a conocer a todos ellos bastante bien», admite.

“Hay solo alrededor de treinta niños y llegas a conocerlos muy bien»,  Solène

¡Sonrisas felices para un hogar feliz!

Mano a mano con la comunidad

Una mujer, momentos antes de unir los postes de bambú para construir la tarima de su casa

La jornada se organiza en torno a diferentes actividades. El trabajo se hace de mano a mano con la comunidad: «Si un padre tiene tres hijos, estos ayudarán», comenta Nacho, coordinador del proyecto de Construcción.

“Si hay un padre con tres hijos, los hijos vendrán a ayudar», Nacho, coordinador del subprograma de Construcción

Cada día, los hombres y mujeres de la comunidad de Kean Svay trabajan en la construcción de sus casas

Las familias que viven aquí, sin embargo, desempeñan el papel más importante en el desarrollo de este proyecto, trabajando día y noche para construir los cimientos y las paredes de sus casas, mientras que los monitores de PSE ayudan con las tablas del suelo y el aislamiento.

Monitores de subprograma de Construcción con algunos niños de la comunidad

“Tienes que hacer distinas cosas, para ser útil y, a la vez, estás cerca de las familias. Es una sensación increíble”, Francoise, monitor temporal en Construcción

Con el paso de los días, los monitores se acercan cada vez más a los aldeanos, pasando el día en su casa, comprando café en sus tiendas y jugando con sus hijos. Al final, el resultado es una comunidad, más que un aldea.

Las casas construidas y la comunidad

Una de las casas, ya terminada

Hasta el momento de escribir esto, se llevaban construidas más de diez casas, y el mismo número de familias volvía a tener una casa decente. Muchos de ellos trabajan con el reciclaje, ganando muy poco dinero. Los que disponen de un salario mayor, pueden utilizar un tipo de material algo mejor para la construcción.

Luis, voluntario durante la segunda semana, manejando el martillo
Javier se asegura de una de las láminas de bambú está bien lisa

“Es una experiencia única pasar todo el día en la comunidad y ayudar a las familias», Andreas, monitor permanente

La mayoría de las casas están hechas de madera de bambú o de madera reciclada a partir de la que se encuentra en el pueblo. Françoise, una de las monitoras temporales que trabaja en la construcción explica que «las chicas preparan el bambú para que los lados queden pulidos y se puedan utilizar luego como tablones en la casa».

Vistas de la aldea desde la distancia. Casi todas las casas que se ven las han construido los monitores de PSE

Un subprograma completamente diferente, en definitiva. El proyecto de construcción es diferente cada año y se ocupa de los problemas inmediatos. En Kean Svay, se aprecia la confianza y la unión generadas entre la comunidad y los monitores, un sentimiento especial que solo este programa puede crear. ¡Los niños son salvajes, el paisaje es salvaje y el ambiente es bastante salvaje! Como dice Solène: «Este campamento es un lío, pero me encanta»

Un día en el camp