Specials es un proyecto para niños que tengan algún tipo de discapacidad, ya sea mental, física o ambas. Hacen todo tipo de actividades, adaptadas a sus diferentes características y capacidades, aunque lo que más disfrutan son las excursiones: a la piscina, al centro vocacional, a Oudong, al cine, a un centro de rehabilitación… Todas ellas les hacen salir de su rutina diaria del resto del año, que se basa en ir al colegio o no salir a la calle siquiera, dependiendo de las circunstancias de cada uno.
Gracias a la labor de ONGs como PSE, su vida ha cambiado por completo.
En Camboya, una parte de la población no termina de comprender y aceptar las circunstancias de estos niños, y muchas veces sufren discriminación y rechazo, tanto por la sociedad como por sus propias familias. Gracias a la labor de ONGs como PSE, que les dan una oportunidad de tener un futuro e integrarse en la sociedad, su vida ha cambiado por completo.
«Me gustaría que la gente de Camboya y de todo el mundo conociera Specials y el equipo que hay detrás, animarlos a hablar con estos kemey kemey (niños) y conseguir que la gente abra la mente y entienda el trabajo que se realiza con y para ellos. Conozco personas a las que no le gustan los niños con discapacidades y eso es lo que queremos cambiar», dice Soknov, coordinadora jemer del programa cuando le preguntan por qué eligió ocupar este puesto.
El Programa de Continuidad Escolar les aporta diversión, les estimula, les permite estar rodeados de más niños parecidos a ellos, o, incluso, con otros que no tienen discapacidad. De poder ser niños, al fin y al cabo. «El programa es muy importante para los niños con discapacidad, es el momento de brindarles felicidad, inspiración, motivación y hacerles saber que nunca se quedaron atrás», explica Yoeun Chanthim, monitor jemer.
Dentro del mismo proyecto, hay dos grupos independientes: el grupo uno, en el que se encuentran aquellos que tienen discapacidad mental, como esquizofrenia o síndrome de down; y el grupo dos, en el que están quienes tienen discapacidad física y/o intelectual, donde la mayoría de ellos utilizan silla de ruedas para moverse.
Este año, además, hay dieciséis niños de otra ONG con la que colabora PSE, Action Cambodia Handicap, y otros dos con sus respectivas madres que vienen de Battambang de la ONG Sauce, en la que trabaja Celia, la coordinadora europea del proyecto, el resto del año. “Uno de ellos tiene autismo, y el otro, Kuma, tiene hidrocefalia, no puede mover las piernas y tiene la cabeza muy grande. Kuma nunca había salido de su casa en Battambang. Como su madre tiene que trabajar muchísimas horas en una fábrica, estaba con su abuela de ochenta años que tenía que cuidarle todo el día, solo en casa, tumbado boca arriba. Empezó sin hablar nada, y ha acabado hablando por los codos, riéndose, tanto con los monitores como con otros niños, cantando, bailando… La madre me dijo que había sido la mejor experiencia de su vida”, relata Celia.
La labor de PSE es muy necesaria para estos niños y sus familias.
La situación personal de cada uno es muy diferente. Algunos han sido abandonados y ahora es PSE quien se encarga de ellos, otros están con familias de acogida, y otros siguen viviendo con su familia. Es muy difícil para unos padres o abuelos hacerse cargo de todos los gastos que conlleva cuidar de ellos o, incluso, de algo tan simple como sacarles a la calle, debido a la falta de tiempo por estar muchas horas trabajando. Por eso, es tan necesaria la labor de PSE para estos niños y para la gente de su alrededor.
La rutina es la misma para ambos grupos: desayuno, actividades, comer, siesta, y más actividades. La diferencia está en que a los niños que tienen discapacidad física, hay que ayudar a ducharles, darles de comer, lavarles los dientes… Los monitores se encargan de ello, dividiéndose el trabajo por habitaciones, y con la ayuda de Chetra. Hace cuatro años, era un niño más de este programa, y, desde el año pasado se ha convertido en monitor y en una gran ayuda para el resto de los voluntarios y trabajadores. Conoce las peculiaridades de cada uno de ellos, e indica qué utensilios hay que usar con cada uno de ellos, qué comida pueden comer y qué no…
Las actividades que realizan son muy parecidas a las de los demás camps, pero adaptadas según las circunstancias. Por ejemplo, hacer una gymkana con estos niños hace que los monitores tengan que participar también, ya sea llevándoles en la silla de ruedas, o agarrándoles de la mano. Con el grupo dos intentan hacer muchas actividades visuales y sensoriales en general, que tengan algún tipo de textura, música, olores… Y también actividades motoras, en las que intervengan los voluntarios para moverles. Los monitores en este proyecto trabajan de manera activa, ya que también tienen que ser parte de los juegos y equipos en cada uno de los ejercicios. Aunque los niños son tan agradecidos, que todo esfuerzo es poco con tal de verles felices divirtiéndose.
La evolución de estos niños se puede apreciar diariamente, en cómo tienen una mayor movilidad, mayor capacidad para hablar, para entender y comprender…
En cuanto a las actividades que incluyan inteligencia emocional, solo el grupo uno pueden hacerlas, ya que con los demás niños resulta más complicado. “Juegos como el pilla-pilla, pero tienen que ir hacia la cara que expresa el sentimiento que cuenta el monitor. Y luego hacemos un montón de actividades de prevención de la salud, aparte de que vengan tanto el equipo de dentistas como de médicos a hacerlas también. Incluyen actividades de cepillado, de lavarse las manos… dentro de las gymkanas. Cosas simples, pero que se hagan en el día a día”, explica Celia.
La evolución de estos niños se puede apreciar diariamente, en cómo tienen una mayor movilidad, mayor capacidad para hablar, para entender y comprender… El caso de Lisa es el reflejo de este maravilloso desarrollo: hace cuatro años tenía que ir en silla de ruedas, hace tres empezó a ir en muletas, hace dos empezó a andar un poco, y este año ya corre. Todo esto es gracias a la labor e inversión que hace PSE en material para estos niños: sillas de ruedas, piscina adaptada, cuadernos de comunicación, sillas especiales para ellos… Y a todos los trabajadores que están aquí el resto del año cuidándoles y protegiéndoles.
Conectar con ellos es muy sencillo, y olvidarlos, imposible.
“Estando diariamente con los niños con discapacidad, he empezado a enamorarme de ellos y a entenderles, tanto que disfruto mucho de cada momento que paso con ellos”, expresa Luis, monitor europeo en su primer año en este camp. Cada uno de ellos, tiene una magia diferente, que cuesta describir con palabras. No todos ellos pueden hablar, pero con una simple mirada o un gesto, logras entenderles a la perfección. Te llenan de cariño, ya sea dibujándote corazones, abrazándote mientras duermen la siesta, cuando no te sueltan la mano mientras están en un taller, o con una simple sonrisa. Conectar con ellos es muy sencillo, y olvidarlos, imposible.
PSE quiere agradecer a Bankinter su apoyo económico para este proyecto.