A una hora de la sede de PSE, escondida en medio de la jungla de Kean Svay, un distrito al sudeste de Phnom Penh, se encuentra un lugar muy nuevo y muy pequeño construido hace menos de 6 meses: Paillote III.
El verano pasado, PSE ayudó a toda una aldea a abandonar la zona en la que vivían, tanto manteniendo ocupados a los niños durante el verano como ayudando a las familias a rehacer sus casas gracias al proyecto de construcción 2018. Y, unos meses más tarde, estos mismos niños empezaron a acudir a una nueva guardería cuyas paredes y techo azules son sinónimos de educación, seguridad y estabilidad para las familias.
Paillote III es un centro con una de las historias más complicadas de PSE. Siendo la tercera paillote que Papy y Mamy abrieron y ayudaron hace unos años, se cerró repentinamente en julio de 2018 porque el propietario decidió recuperar su tierra para otros fines que no sean el de dar la bienvenida a familias pobres y educar a los niños. Todo el pueblo tuvo que mudarse y PSE los apoyó para encontrar un nuevo lugar donde pudieran establecerse. El proyecto de Paillote III requirió una organización muy específica para el Programa de Continuidad Escolar 2018 para cuidar a los niños y sus familias y ayudarlos a construir nuevas casas. Doce meses después, Paillote III está escribiendo un nuevo capítulo de su historia.

Caminos de tierra y palmeras en medio de los cuales el olor a buena comida y las risas de los niños guían a un nuevo centro educativo.
Al llegar al área de Kean Svay, lo primero que se aprecia es cuán verde es este área. De hecho, después de una hora de conducción desde la sede central de PSE, no hay más atascos, solo caminos de tierra y palmeras en medio, entre los cuales el olor a buena comida y las risas de los niños, guían a un nuevo centro educativo donde una parte del Programa de Continuidad Escolar se lleva a cabo desde este verano. «Este campamento es bastante único en comparación con los demás, tiene un hermoso paisaje y está rodeado de árboles y flores cerca de los arrozales. Incluso aunque sea un campamento pequeño, me sorprende mucho», describe Vannoeun, el coordinador jemer del programa.

Solène, la coordinadora europea del programa, está dando lo mejor de sí para organizar actividades y mantener a los niños ocupados en medio del futuro pueblo. No había nada, ni instalaciones, ni cocineros, ni patio de recreo; una gran tierra vacía y varias docenas de niños para entretenerlos. Antes de que PSE entrara en sus vidas, los niños de Kean Svay no tenían ninguna oportunidad de mejorar sus vidas, ni con las condiciones materiales ni con la educación. Unos meses después, la mayoría de ellos van a la escuela y viven en casas que el Programa de Continuidad Escolar de PSE ayudó a construir. Junto con el trabajo del Equipo de Social, que estaba a cargo de convencer a las familias de que dejaran que sus hijos fueran a la escuela, PSE decidió construir un nuevo centro de atención, a 10 minutos a pie de la aldea, para que los niños puedieran venir fácilmente todos los días.
Ahora todos son bienvenidos a este pequeño y nuevo centro. Entre ellos, por ejemplo, una familia de nueve niños, 5 niñas y 4 niños, cuya madre no quería que las niñas fueran a la escuela. Desde hace unos meses, acuden a clase. Sok Saran, la cocinera de lal paillote confirma: «PSE ha cambiado vidas y ha tenido un gran impacto, tanto en los niños como en los padres de esta comunidad».
Llama la atención lo amorosos y tiernos que son.
Aquí los niños son salvajes, corren, saltan, gritan por todas partes con sonrisas enormes en sus caras. Durante la siesta, aquellos que no quieren dormir pueden ir a casa a cambio de prometer que volverán para las actividades de la tarde. Están tan llenos de energía que podrían impedir que aquellos que quieren dormir, lo hagan. Y cuando, a veces, Solène va al pueblo con el conductor y un par de monitores, es impresionante ver cómo todos los niños van corriendo hacia ellos y a los padres dándose prisa para preparar a sus hijos para que puedan volver al centro. Todos los monitores dan lo mejor de sí mismos cada día para brindarles a estos niños todo lo que no tuvieron durante años. Jugar, divertirse y hacerles sonreír, pero también enseñarles a decir «por favor» y «gracias», a comportarse de forma pacífica y a respetar las reglas.

Sin embargo, aunque son muy salvajes, no es lo que más les define. Sin duda, lo que llama la atención al entrar en el patio del centro es cuánto necesitan y piden atención. Los niños están pegados a sus monitores, dándoles muchos abrazos y besos durante todo el día: es literalmente imposible ver un monitor sin al menos uno y, a veces, dos o más niños colgados de su cuello. Son especialmente cariñosos y tiernos, y hacen muchos esfuerzos por conocer a sus monitores, europeos y jemeres, y ninguno de ellos podría decirle lo contrario. «Nunca he visto en ningún campamento que los niños conozcan nuestros nombres tan bien y tan rápido», testifica Antonia, monitora europea por tercera vez.
Estos niños están ansiosos por aprender.
Salvajes, cariñosos y … ¡brillantes! Los niños de Paillote III están aprendiendo rápido y bien, algunos de ellos entienden el inglés bastante bien y pueden decir algunas palabras. Para aprender el abecedario en inglés, varias veces se escucha la pequeña canción en el centro. Puede resultar sorprendente sabiendo de dónde vienen, y es debido a los muchos esfuerzos que han hecho para conseguir comunicarse con los voluntarios europeos que los cuidan durante un mes. Aunque sus monitores a veces tienen que recordarles que la escuela no es una opción, estos niños están ansiosos por aprender. Incluso, se tuvo que implementar un turno durante la hora del almuerzo para que los niños que tienen clase la por la mañana, pudieran venir por la tarde. Una vez más, las actividades orientadas a la inteligencia emocional muestran bien su buena voluntad y sus ganas de mejorar.

“¡Esto es lo que significa PSE!”
Con la cooperación de los monitores jemeres, liderados por la dulce y sonriente Vannoeun, los voluntarios europeos han hecho que este proyecto de verano funcionara como si siempre hubiera existido y es impresionante ver lo rápido que han implementado un trabajo tan bueno.
La última palabra es para Solène, quien resume muy bien la magia que ha tenido lugar en Kean Svay: “Me emociona verlos con la ropa del colegio. El año pasado no tenían nada, no tenían uniforme, pero ni siquiera las ganas de conseguirlo. ¡Esto es lo que significa PSE! «

PSE quiere agradecer a McKinsey & Company su apoyo económico para este proyecto.