OBK: Monitos felices

OBK es el paraíso para estos “pequeños monitos”, como así les llaman cariñosamente los monitores. Un espacio lleno de color donde poder jugar, saltar, escalar, bailar y disfrutar con sus amigos de todas las actividades.

Es un proyecto que empezó hace cinco años, debido a que los monitores de Central observaron que los niños más pequeños de entre dos y siete años no estaban en el camp adecuado, porque necesitaban uno especial para ellos solos. Así, sus necesidades estarían cubiertas mejor y tendrían toda la atención que estas edades requieren. Además, es el sitio perfecto para que los trabajadores de PSE dejen a sus hijos durante su jornada laboral.

Uno de los monitos pasando riendo con su monitora, Ane.

“La mayoría de los padres que traen a sus hijos aquí, ha sido porque el departamento de social les ha observado. Normalmente ellos van en busca de las familias más pobres y necesitadas para darles ayuda a sus hijos. Son muy cuidadosos y cuidan muy bien de sus hijos. Por eso, la mayoría de los padres confían y creen en la organización”, Sitha Chan, supervisora de OBK.

Al ser tan pequeños, son como esponjas y todo lo absorben enseguida, y están siempre llenos de ganas y energía. 

Aunque estas instalaciones no solo se usan durante el Programa de Continuidad Escolar en verano. A lo largo del año es un colegio, del que son alumnos muchos de los niños del proyecto. Es por esto que para los monitores es mucho más fácil, porque ya están en el sistema educativo, adentrados en el mundo de PSE y sus dinámicas.

Las actividades que se realizan en OBK son muy diversas y adaptadas a las edades de estos niños. Al ser tan pequeños, son como esponjas y todo lo absorben enseguida, y están siempre llenos de ganas y energía.

Cualquier tipo de rutina, como puede ser lavarse los dientes o ducharse, se convierte en un juego que todos realizan en cadena cada día. Lo primero que hacen al llegar es desayunar todos juntos, y los que ya han desayunado en sus casas, tienen juego libre hasta que sus amigos terminan. Los monitores, cantando y bailando, van animando a los niños mientras van llegando a pasar un nuevo día en su paillote. Después, entre todos se hacen varias chuas para completar los registros de aquellos que han venido o los que llegan nuevos por primera vez. Esto tiene que hacerse todos los días para que el viernes puedan recibir su compensación de arroz por haber venido a lo largo de la semana.

Cualquier tipo de rutina, como puede ser lavarse los dientes o ducharse, se convierte en un juego que todos realizan en cadena cada día.

Lo siguiente, es uno de los momentos más relevantes del día: el izado de la bandera. En Camboya es muy importante hacerlo cada día mientras todos los niños cantan el himno, por lo que los monitores les hacen repetirlo varias veces para recalcar el gran significado que tiene.

Después de este momento tan emotivo, les explican los objetivos que hay que cumplir durante el día y las diferentes actividades que se van a desarrollar, para hacerles partícipes en todo momento de lo que se haga. Es fundamental que los niños se sientan una pieza más del proyecto para que sigan queriendo venir. Como por ejemplo, algunos niños no quieren realizar las actividades que se proponen, por lo que no se les obliga, pero a cambio se les asignan otro tipo de tareas, como la limpieza de las clases. De esta manera, siguen teniendo ilusión por venir porque se mantienen entretenidos durante todo el día.

A continuación comienzan las actividades. Son diferentes cada día, y se van alternando ejercicios más cortos por grupos o más amplios en los que todos participen, como puede ser ponerle su nombre a su cepillo para no perderlo. Pero, sin duda, el día más divertido y especial es el viernes con las olimpiadas.

Cada jueves, OBK se convierte en una gran piscina durante la fiesta del agua.

Sobre las diez y media, estas se paran para realizar la meditación diaria. No todos los niños consiguen concentrarse, pero les sirve para relajarse un poco después de la excitación que les producen los juegos para continuar con el resto del día.

Nada de lo que se hace en OBK les resulta aburrido, en la chua frente al lavabo para cepillarse los dientes también puedes ver cómo los niños están siempre sonriendo. Cuando acaban, dos monitores se encargan de ducharles. Ellos mismos son independientes a la hora de vestirse y desvertirse, lo que facilita mucho el trabajo de los voluntarios. Después, se les sirve la comida del día y se les prepara para dormir la siesta.

Nada de lo que se hace en OBK les resulta aburrido.

Vuelven los bailes y las canciones en el camp, para que los niños se despierten animados y contentos. Y también regresan los grandes juegos, que son diferentes según el día de la semana. Los lunes, feria. Los martes, fiesta del agua. “¡Lo que más me gusta es la fiesta del agua!”, Dara Chan, uno de los niños del proyecto. Los miércoles, preparan un show y se hacen tres grandes grupos de actividades – cine, pintura o juegos en el exterior -, entre las que los niños pueden elegir e ir cambiando según quieran.

El jueves, se hacen juegos más orientados a la inteligencia emocional. Por ejemplo, esta semana van a hacer un teatro sobre un monstruo de colores, que, mientras los monitores van contando una historia, los niños tienen que ayudar al personaje a separar las emociones y así es una buena manera de que aprendan a diferenciarlas. Los ejercicios que se hacen con ellos orientados a la inteligencia emocional son sencillos y básicos, adaptados a la edad que tienen.

«Los monitores se preocupan por los niños y eso hace que la mayoría de los padres confíen en la organización.»

“En cuanto a los ejercicios con inteligencia emocional, estamos haciendo muchas actividades de pintar, porque a estos niños les tranquiliza mucho y para ellos es muy fácil. Por ejemplo el otro día pintaban la silueta de sus manos y dentro la coloreaban según cómo se habían sentido a lo largo de la semana y en su propia casa. El azul era la felicidad, el rojo el enfado, la tristeza. Nos alegró porque vimos que la mayoría de las manos eran azules en casi todos los días”, explica Paula, coordinadora de OBK.

Por último, el viernes hay fiesta por la tarde, la entrega de los regalos conseguidos en las olimpiadas de por la mañana y la compensación de arroz de la semana.

«En cuanto a los ejercicios con inteligencia emocional, estamos haciendo muchas actividades de pintar, porque a estos niños les tranquiliza mucho y para ellos es muy fácil”, Paula.

En OBK encuentras la alegría en cada rincón, en cada clase o en cada actividad. Los niños dan lo mejor de sí mismos en todos los juegos, y a la hora de relacionarse entre ellos y hacer nuevos amigos. Estos “pequeños monitos” llenan de vitalidad todo el recinto de OBK, y de amor a todas las personas que les cuidan. 

2 respuestas a «OBK: Monitos felices»

  1. Qué ilusión ver tanta alegría y reconocer a monitoras de otros años… saludos especialmente a Lucía… Y a todos estos maravillosos pequeños monitos que tanta felicidad aportan.

  2. Me hace mucha ilusión ver cómo sigue el camp con los monitos y a la vez se introducen novedades que hace mejorar el trabajo que se hace por los niños poco a poco. Mucho ánimo en esta última semana!!
    Ahí estuve el año pasado y se lo que es, tanto en la satisfacción de ver sus sonrisas como el cansancio que produce trabajar con estas edades.

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