EL RELEVO PARA UN NUEVO COMIENZO

Me llamo Begoña. Tengo 52 años. El año pasado por estas fechas me había vacunado de todo lo imaginable, tenía una cama cubierta de camisetas rojas de fútbol de todos los tamaños para llevar a niños que no conocía y había dormido unos cuantos días en el suelo, junto a mi cama, con mi marido esperando alucinado al otro lado, para probar si mis huesos sobrevivirían a la experiencia de Camboya. Sobrevivieron sin problema. Por lo demás, yo era una mezcla extraña de nervios, miedos e ilusión, todo tan intenso y tan entrelazado que hubiera sido incapaz de definir que sentía; creo que solo tenía la conciencia clara, clarísima, de que quería ir a Camboya.

Fui parte del equipo de Comunicación del programa de verano de PSE, junto con Thibault y Nati, un equipo absolutamente especial. Nuestra misión: contar la labor de PSE en Camboya durante el Programa de Verano, ser la voz y la imagen de cientos de voluntarios y de miles de niños, de una ONG que lucha tozudamente por sacar a los niños de Camboya de la miseria y abrirles ventanas nuevas.

«Es imposible ir a Camboya y no creer en ella y no quererla, esta Camboya que grita y sonríe al mismo tiempo, que nos devuelve a lo más humano y auténtico de nosotros mismos, que nos necesita tanto como nosotros a ella”

Ser la voz de PSE en Camboya es algo muy especial. Es ser capaz de transmitir la amargura de la miseria más absoluta y al mismo tiempo la alegría de los besos y los abrazos y la fe en una generación nueva, capaz de construir una historia también nueva. Es contagiarse de la risa de los niños, del alboroto de las duchas, de la ternura de las siestas, de la locura de los juegos, de la magia de los cuentos y del milagro del entendimiento entre dos mundos aparentemente ajenos. Es despojarse de uno mismo y llenarse de los otros; dejarse llevar por todas las emociones imaginables hasta los últimos rincones del corazón, haciéndose uno vulnerable, totalmente vulnerable, al dolor de la pobreza y a la alegría del amor. Y después contarlo todo, contarlo con imágenes y con palabras, contarlo dejando escapar las emociones con cuenta gotas o a borbotones, pero contarlo. Contar esta Camboya que es miseria, caos y esperanza y que huele a humanidad. Un privilegio único.

“Camboya sigue ahí. Siguen sus niños, esperándonos como cada verano. Tanto por hacer”

Ha pasado casi un año desde entonces, desde que lleve mis camisetas rojas a Camboya —qué alegría después la sonrisa de cada niño que logró en las olimpiadas una de ellas— y todos mis miedos e ilusiones revueltos en mi maleta. Y pasó que viví la experiencia más intensa y humana de mi vida y que deje parte de mi corazón en Camboya. Si hoy cierro los ojos, mi corazón sigue viéndolo todo, sigue sintiéndolo todo. Es imposible ir a Camboya y no creer en ella y no quererla, esta Camboya que grita y sonríe al mismo tiempo, que nos devuelve a lo más humano y auténtico de nosotros mismos, que nos necesita tanto como nosotros a ella.

Begoña y una de las niñas juegan
Begoña juega con una de las niñas de los centros PSE

Sin embargo, no necesito cerrar los ojos, Camboya sigue ahí. Siguen sus niños, esperándonos como cada verano, sigue PSE luchando cada día con más energía por darles un futuro, sigue intacta la ilusión desbordante y contagiosa de sus monitores, siguen la duchas, las siestas, el rato mágico del rezo, los desayunos, las olimpiadas de los viernes, los sacos de arroz para las familias, las lluvias y el verde llenándolo todo. Siguen. Siguen los teenagers queriendo jugar sin sudar y los pensionnaires soñando con cada salida, los bebés de kindergarden cruzando la calle de PSE agarrados al cordón rojo para seguir la fila, los niños de Sen Sok esperando a descubrir de nuevo historias fantásticas, Sannang sonriendo, Rotanak preparando canciones y los pequeñines de OBK llorando desconsolados cuando se duchan. Siguen esperando los niños de Seam Riep, de Shianoukville, de Takmao, Phum Russei y de Smile Village que alguien les deje ser niños. Sigue haciendo falta quien les hable de salud y les libere de mitos, quien cuide sus dientes y les ayude a habilitar espacios mínimamente dignos donde vivir y quien les mantenga apartados, siquiera un instante, de sus realidades.

Aún está Camboya esperando, esperándonos a todos. De nuevo tanto por hacer en este verano que empieza, como si nunca hubiese existido la parada del invierno. Todo a punto de empezar en el Programa de verano de PSE, listo, como cada año, después de meses recaudando fondos, seleccionando voluntarios, preparándoles, trabajando intensamente desde España para poner en marcha una vez más el Programa. Y es que, desde hace algunas semanas han llegado los encargados de PSE España para prepararlo todo, un poco después se han unido los coordinadores para formarse y preparar la llegada de los monitores y los días 4 y 5 de agosto llegaron, por fin, los monitores. Mi primer recuerdo de Camboya es un aeropuerto lleno de camisetas amarillas y carteles de bienvenida y caras sonrientes: Paula, Marina, Gabriel, Robin. ¡Qué alegría saber que este año también estáis recibiendo allí a los monitores!

Begoña y una niña jemer se ríen
Otra de las niñas jemeres comparte risas con Begoña

Después de una semana de formación, el día 13 empezará el programa de 2018: tres semanas de absoluta locura y magia en las que la corriente de energía que es la familia PSE invadirá los rincones más pobres de Camboya inundándolos de alegría.

«Todo es ilusión contenida y alegría y nervios en los días previos de este programa. Más de 200 voluntarios en el programa de PSE de este verano aguardan con sus maletas llenas de regalos y sus juegos preparados, de ellos cerca de 70 son veteranos.”

Este año hay algunos cambios: el programa durará tres semanas en lugar de cuatro, porque en julio hubo elecciones en el país y hay que respetar los tiempos. No abrirá Prek toal, el primer centro fundado por Christian y Marie-France des Pailleres, Papy y Mamie, junto al vertedero de Phnom Penh —repletas sus paredes de historias infantiles no contadas—, porque otra ONG está trabajando cerca y hacen falta manos en otros lugares. Tampoco abrirá Veal Sbov: las 54 familias, cuyos niños acudieron el verano pasado a ese centro y que entonces vivían a los dos lados de un camino lleno de fango en condiciones durísimas, han sido recolocadas en otro lugar. PSE les ayudará a trasladarse, pero no habrá oportunidad para los juegos. En cambio se abrirá un nuevo centro PSE en Phnom Penh, junto al nuevo vertedero y otro en Shianoukville, y cambiará de ubicación la central de Siem Reap.

Sí, el año trae cambios: el equipo de Medical se ha renovado y, aunque todo está preparado para que el nuevo equipo haga una excelente labor, se echará de menos a Xavier, a Blanca y a todo su equipo. También habrá coordinadores nuevos, ¡os deseo toda la suerte del mundo en esta nueva labor! Igualmente, se echará de menos a otras personas que son parte del corazón de PSE desde hace años y que este no podrán venir: Ángel, coordinador de Handicapped, Mario, de Logística, Apolline de Takhmao, Almudena de Kindergarden, Marta de OBK, ¿cómo no echaros de menos? A ellos y a tantos otros monitores que este año tienen otros compromisos y no podrán ir a Camboya: ¡qué suerte para PSE haber contado con vosotros!

Tanto por hacer. Y todo por contar, porque sin duda cada año es distinto y porque la mirada se enriquece de tanto mirar y cuenta distinto. Este año, además, el equipo de Comunicación será un lujo: estará formado por Jose, que será vuestros ojos en Camboya, Laura, que dejará su corazón en cada palabra que escriba, y Lana, que coordinará los posts y se encargará de que cada historia se cuente en tres idiomas y se publique a tiempo en el blog. Todo un reto, creedme. Todo un reto estar en todas partes sin llegar a pertenecer a ninguna y aun así enamorarse de cada centro y de cada niño y sentir como propias las emociones de cada monitor. Luego, volver a la oficina y sacrificar las horas dulces del día para escribir, seleccionar fotos, traducir y subir todo al blog para vosotros. Una locura de reto, pero una preciosidad de encargo también. Jose, Laura, Lana, es vuestro turno de contar emociones, de trasladar a todas las personas que lean vuestro blog a Camboya, de dar a conocer la realidad camboyana y la labor de PSE allí. Es vuestro turno de mirar, vivir, sentir y contar desde el corazón.
Os deseo lo mejor. A vosotros y a todas y cada una de las personas que formáis el programa de verano de PSE 2018. Desde aquí, estaremos cada día con vosotros.

– Begoña, blogger para el programa de verano 2017.

 

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