Bea jugando con un niño de Sen Sok.
Los niños y monitores de la paillote 4, Sen Sok.
La vuelta a un sitio que conoces siempre tiene esa magia especial que dan los reencuentros. Las primeras semanas se basaron en poner a punto lo que vendría a ser el  mes más especial en mi vida. En conocer a la gente que viene por primera vez, con ese nerviosismo y expectación constante, en intentar que todo este comprendido y que los monitores estén cargados de ilusión para que cada camp no sólo funcione bien si no que también emocione a  los kemei-kemei (niños en camboyano) un poco más cada día. Sin creérmelo del todo y  en menos de lo que esperaba volvía a estar ahí, en esas inigualables "jotas". Era el segundo año del proyecto médico y el primero en el que sería monitora. Así que toda la seguridad que te puede dar ser veterana no tardó en desvanecerse con la inquietud de ser monitora por primera vez.
El Equipo Medical es un proyecto que empezamos el año pasado un grupo de 8 sanitarios con el principal objetivo puesto en la prevención. Creemos firmemente que es mayor cura la educación de hábitos imprescindibles y básicos en la salud, las cosas más pequeñas, que una intervención directa. Partíamos con la ventaja de que ya llevábamos trabajando varios meses atrás en España sobre los diferentes talleres y el material que necesitábamos, por lo que el equipo de este año, compuesto por 21 integrantes, ya nos conocíamos. El Equipo Medical transcurre durante las 2 primeras semanas. Cada día es una aventura diferente en una de las localizaciones de la ONG. Mi equipo estaba formado por el Dr. Santos, Bea (psicóloga), Ana (enfermera), 4 estudiantes de medicina y por Molly, el imprescindible monitor camboyano. Nos levantábamos a las 6:00am.Tras un ejercicio mañanero bailando y cantando a los cientos de niños que llegaban a "central”, nos reuníamos  para preparar el botiquín, maletín de material y nos encajábamos como podíamos en un tuktuk para recorrer las "carreteras" hasta llegar al campamento que tocaba ese día.
Nos introducíamos en cada una de las localidades adaptándonos a su plan de actividades programado y nos sumergíamos en su vida ayudando en lo que se necesitara. Era llegar y... ¡Manos a la obra!. Nuestros talleres se clasifican por edades: los grupos de 2-5 años aprenden nociones básicas de higiene, de 6-12 años reciben formación sobre higiene avanzada y contra las drogas. Finalmente, los de 13-17 años, además del taller de drogas, atendían lecciones sobre enfermedades de trasmisión sexual. En el caso de las chicas también se les educaba sobre la menstruación. Todo ello apoyado de asistencia psicológica para ayudarles y al mismo tiempo, manejarnos en las complicadas situaciones sociales  que nos encontrábamos. Todos los conceptos que queríamos trasmitir, además de juegos y actividades, se apoyaban en nuestro protagonista: "Mr Sabu". Mención destacada merece nuestro “hit” veraniego en camboyano sobre el lavado de manos. Mientras tanto, nuestro médico y  enfermera se encargaban de dar asistencia sanitaria a niños y voluntarios. De mi experiencia en el proyecto médico me quedo con el EQUIPAZO, su unión, su complicidad y la intensa conexión entre todos. He aprendido, por encima de todo, el valor que tiene en nuestras vidas las cosas sencillas y ser capaz de mirar desde diferentes perspectivas a la persona y entenderla en virtud de sus circunstancias.
Empezábamos a las 7 de la mañana con duchas, desayunos, bailes y canciones. Mientras, la adrenalina iba invadiendo a cada uno de los monitores. Con ella como principal aliada, comenzábamos las actividades, repartíamos comidas e imaginábamos el plan perfecto para acabar esa experiencia mejor aun que el anterior. De esas semanas destaco 3 momentos que se han transformado en lecciones de vida. Para empezar, jamás olvidaré  una frase que me dijo Fer, mi coordinador europeo: no hay una actividad mejor que otra, lo que la convierte a una en la mejor sólo depende de cada uno de nosotros, en lo que disfrutes con los niños haciéndola, en lo que des de ti cada minuto. Aprendí esa filosofía, que fue la “responsable” de las carcajadas cada día y de los lloros el último día al despedirnos de nuestros niños. Asimismo, no podría hablar de Phum Russei, sin gritar ¡ZOMBIEEE.! Ese juego fue el origen de un enorme torrente de emociones en los niños. Nada puede dejar en ellos mejor huella. Porque al final, ¿qué perpetua más en nosotros que las emociones que experimentamos?
Phum Russei es MÁGICO. No sólo la crean esos bailes bajo un intenso monzón, gritando y cantando. La crea, principalmente, el equipo y el vínculo que se originó entre la cultura camboyana y la europea. La predisposición de cada uno para entender al otro en todas las situaciones. He llegado a la conclusión de que estés donde estés, si vas con el objetivo de entregarte, en todas y cada una de las cosas, con la mente abierta, recibirás en pago las más puras emociones y llegarás al corazón de los otros. A través de Camboya recorrí un camino que me llevó a un encuentro conmigo misma. No es que haya cambiado mi forma de vivir la vida, si no la forma de enfocar las cosas que hago en mi vida, cómo miro ahora lo que vivo. Es de esos viajes en los que descubres tanto en tu interior, tanto en el mundo y tanto en tu alrededor que a la vuelta todo te da, de alguna forma, miedo a no saber adaptarte. La experiencia del Programa de Continuidad Escolar son los niños, las relaciones que estableces con ellos, lo que te rodea, los voluntarios, en definitiva, el aura MÁGICA que se crea. Acabaré con una frase de Aldous Huxley, un novelista,ensayitsa y poeta inglés: La experiencia no es lo que te sucede, sino lo que haces con lo que te sucede.
Julia y el Equipo Medical posando en un tuk-tuk.
Julia y dos miembros más dell Equipo Medical en una clase con los niños de PSE.
Julia posando con niños de PSE.
Vivir en Camboya con el Medical
Por otro lado, está mi experiencia de las 2 últimas semanas como monitora. Phum Russei es un pequeño y acogedor recinto entre "casas" de latón a la orilla de un río grisáceo donde la fauna son bolsas de plástico y la flora está extinguida. Lo primero que se me pasó por la cabeza al bajarnos del camión en el que íbamos mis 2 coordinadores, Fer y Sopheak,  5 monitores camboyanos y 7 europeos, fue: este sitio tiene un encanto, aunque parezca raro, singular. La vida en el pueblo es energía en estado puro, todos somos todo, el principal objetivo es que cada día de camp sea más INOLVIDABLE que el anterior.
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